Robert Lévy Este libro no parecerá polémico sino por añadidura. El psicoanálisis tiene un enemigo: la religión del sentido –el sentido como religión– escandalosa equivalencia de la cual Lacan ya había dado definición.De allí en adelante, el texto de Lacan, frecuentemente recibido como legado del padre muerto más que como letra viva a transmitir, se ha reabsorbido en ideología o en logomaquia escolástica.Este libro no es más que una operación de puesta al desnudo, de desobstrucción de la estructura del sentido que empasata la transmisión del psicoanálisis, con lo que esto libera como posibilidad de nueva lectura del texto del analizante, texto de la historia de este siglo.Por consiguiente, estarán un poco expuestos a la crítica, sucesivamente y en un escándalo sostenido, diversos «ismos» que el psicoanálisis no tiene de ninguna manera, como misión, que agregar ni aceptar: un cierto lacanismo devenido listo para no pensar; el institucionalismo de las instituciones psicoanalíticas; un cierto feminismo, sueño de integración de las mujeres; un judaismo en tren de perder su lengua. Lo cual no será sin haber cuestionado igualmente, en los últimos capítulos, el Malestar en la cultura.
Adalberto Levi Ambra, Alberto Marticorena, Alfredo Jerusalinsky, Cristina Khammar , Delia Elmer, Diego Halfón-Laksman, Dominique Inarra, Dora De Bentolila, Enrique Tenenbaum, Gerardo García, Haideé Garibaldi, Jader Bispo Cruz, Luis Herrero, Mauricio Szuster, Miriam Fratini, Noemí Quehé, Noemí Sirota, Norberto Ferreyra, Oscar Skopa, Patricia Gherovici, Robert Lévy Se arma una escena que tiene su lógica. Freud la insinúa. La relación entre padre, trauma y saber. Es interesante notar cómo el mismo interrogatorio de Freud va haciendo avanzar, en curso del relato, la constitución de un saber. La constitución de un saber no es algo abstracto, es algo que en la ida y las venidas de ese diálogo se va constituyendo como tal. Cuando se va llegando a la constitución de un saber, lo traumático va cediendo en su presión pulsional y va acompañado del alivio que Freud registra en el rostro de la joven. Entonces, cuando Lacan dice que la histeria conduce al saber –está escrito en las letras del discurso histérico–, no es exactamente que determine un saber sino que lo orienta, lo guía. El descubrimiento de Freud tiene que ver con la histeria en cuanto la histeria misma conduce al saber, a que algo se constituya como tal. Por supuesto, aquel que vaya al lugar donde se detenta este saber, como dueño, tomará el nombre familiar de padre. Y podrá ser…