Adelmo Manasseri, Anabel Salafia, Antonia Magalhaes, Clelia Conde, Diane Chauvelot, Elena Gomez, Enrique Millán, Enrique Rattín, Francisco Gonzalez Cobreros, Gérard Pommier, Gonzalo Garay, Graciela Berraute, Graciela Graham, Héctor Franch, Iaci Torres Padua, María Ramírez, Marta Nardi, Osvaldo Arribas, Patricia Cuestas, Robson Freitas Pereira, Ursula Kirsch, Victor Iunger, Zulema Pinasco Habíamos visto, en los principios de la cristiandad, una histeria elitista sublevando las grandes almas, entrañando la admiración, el amor; incluso la beatificación. Una Blandine, heroína sentada desnuda sobre una silla de metal al rojo vivo, incomodando a los espectadores por el olor a carne quemada, conservando en su vista, plena de dulzura y éxtasis, la alegría de su diálogo con Dios: estaba en el umbral de la condición humana. Para Blandine, como para todos los mártires de nuestro mito cristiano, la histeria era bien elitista, reservada para aquellos poseídos por Dios. Claro que también estaban las poseídas por el Diablo. En nuestros días, no importa quién, puede ser poseído, ni por Dios ni por el Diablo: lo inhumano no tiene que ser invocado. No importa quién, sin vocación especial, puede ser poseído por sí mismo, u otro aspecto de sí mismo. La histeria de hoy, develada por los trabajos sobre el inconsciente, no se refiere ni a Dios ni al Diablo, sino al hombre mismo, al ser parlante. Está al alcance de…